lunes, 2 de noviembre de 2015

Lo esencial es invisible a los ojos

El viernes pasado caminaba con mi esposa saliendo de su trabajo, adelante vi a una señora con un baston de los que usan las personas invidentes, como nosotros vemos bien y andábamos un poco apurados, no tardamos nada en alcanzarla, entre la señora y nosotros iban dos personas mas, cuando la estaban pasando, la señora del bastón les dijo algo, a lo que no le prestaron atención, seguido llegamos nosotros y repitió la acción, escuche que decía y lo que preguntaba era una dirección, el sitio por el que nos pregunto quedaba en la vía hacia donde íbamos, lo que le dijimos y le alegro evidentemente, le dijimos que la llevábamos hasta la puerta, me dijo hacia que lado ponerme y nos pusimos en camino los tres. La señora nos puso conversación rápidamente y de a poco nos enteramos de algunas cosa de su vida y ella de la nuestra, caminar con la señora del bastón me recordó que lo esencial es invisible a los ojos, como dijo Saint-Exupéry; viendo como la señora del baston no se ha dejado vencer, me contaba que antes le era más fácil andar por ahí, porque a pesar de que siempre tuvo problemas de visión, antes podía ver y eso le era muy útil, me contó que conoce bastante la ciudad, porque la ha caminado casi toda (lo que también le ayuda bastante), pero que hay sitios nuevos y otros que han cambiado, y así entre cuento y cuento, llegamos a donde ella iba, ahí, luego de mil bendiciones y agradecimientos nos dejó seguir, obviamente caminar a su paso nos retraso, era viernes, tarde, oscureciendo y con pinta de lluvia (de hecho ya había llovido un rato), lo que hace que el estrés normal intente apoderarse, a lo que frene diciéndole a mi esposa, tranquila mamasota, ahorita llegamos a la parada y pasa una buseta con puestos y nos vamos rapidito y sentados. Ella entre risas me dijo que eso era imposible, lo cual le respondí con un beso y una sonrisa; seguimos caminando y veíamos las busetas pasar con gente colgando, hasta las tetas, llegamos al cruce de la parada, ahí hay un semáforo, justo lo último que paso era una buseta de las que necesitábamos y se paro en la parada, la luz nos daba paso a cruzar y alcanzamos la buseta, que venía como si acabará de salir a trabajar, vacía. Se monto bastante gente, aún así, nos fuimos sentados y se lo explique, la vida paga rapidito, sin ninguna intención de nada ayudamos y llevamos a la señora, eso necesitaba y a pesar de que ya había pasado gente, nadie la había ayudado, nosotros la ayudamos, la vida nos da lo que necesitábamos, una buseta rápido y con puesto, es simple, cuando puedas ayuda, que dar es la mejor manera de recibir, como dice mi hermano Daniel Aray.

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