lunes, 11 de enero de 2016

Cada quien comulga con lo que le parece...

    El día de ayer decidimos (mi esposa y yo) ir a conocer el Avila. El día comenzó con un buen desayuno para aguantar el trote y las preparaciones normales para salir a caminar, del apartamento fuimos a la estación del metro para ir hacia la de Altamira, en donde debemos quedarnos para agarrar la camioneta que nos lleva a la entrada de Sabas Nieves.

    Una de las primeras cosas que notamos fue la cantidad de gente que había (para ser domingo), esta se dividía básicamente en dos grupos, uno que vestía de manera deportiva y otro de manera formal, si miras un poco mas a fondo, el grupo formal llevaba en manos biblias y cosas por el estilo, Mary me comento que que marcada era la diferencia, a lo que solo supe responder que cada quien comulga con lo que le parece. Ahora bien, el paseo fue excelente desde el principio, de verdad venir a Caracas y darse la oportunidad de recorrerla a pie (entre caminar, metro y camioneta), es algo que de verdad recomiendo, el metro a pesar de estar concurrido no tenia nada que ver con la afluencia de la semana, lo que da chance de mirar las estaciones y los trenes mucho mejor, el día al día del metro es una locura, pero de verdad es una herramienta increíble. Muchísima gente con patinetas y gente con ropa deportiva, todos vía Altamira, lo cual me parecía genial, ya que así sabíamos hacia donde ir, mas fácil. Al llegar, el primer sitio que conocí, al que no había ido (me refiero a caminado y estado un rato ahí, porque ya había pasado muchas veces sin pararme nunca) fue la plaza Altamira.
    Acá estamos ya en la parada, esperando la camioneta que nos llevaría al parque como tal, la cosa de este paseo es que como he dicho en entradas anteriores, soy gocho y de verdad el que le diga que es gocho y para mi al menos, por los comentarios, las noticias y pare ud. de contar, Caracas era una tierra de nadie, donde no valías nada, no podías caminar y había que andar corriendo para poder salvarse de andar en la calle. Así que agarrar valor para salir a ir a caminar para un cerro, no estaba fácil. Pero de nuevo, la sorpresa fue grata, mucha seguridad, la gente pendiente de hacer ejercicio, de pasear y disfrutar, cada quien en lo suyo, pero sin embromar a nadie, Me refiero a un camino entero, lleno de gente, pero de esa que pare este país, amable, echadora de broma, solidaria, de esa que vale la pena y hace que cuando nombres a Venezuela en cualquier parte del mundo, cualquiera diga oh venezolanos cheveres, Venezuela una nota y un sin fin de comentarios como esos que se le escuchan tan graciosos a los gringos.

    De aquí, agarramos la camioneta, realmente no sabíamos en que parada quedarnos, pero no hizo falta, después de rodar como 10 minutos, hizo una parada en la que se empezó a bajar la gran mayoría de la gente, la que estaba vestida deportiva al menos y pues como a donde fueres haz lo que vieres, nos bajamos, caminamos entre la gente unas 3 cuadras y ahí estaba la entrada, de verdad es extraño, para los que no han ido, o para los que conocen otra entrada, ya que es como una vereda que llega a una especie de túnel y ahí esta, te consigues de frente unas escaleras y la entrada del parque. Solo estando allí entiendes lo que es el Avila para los caraqueños, porque lo quieren tanto, porque ves como desde que la gente sale de su casa y va en el camino haciendo catarsis y drenando cualquier rollo de la semana y parece que en la entrada hubiera un aviso que dijera algo así como se cambian problemas por sonrisas, de pana la actitud de la gente allí es otro peo, es una experiencia para vivir, que les recomiendo, en cuanto a la subida, es caminata de montaña, no me pareció fuerte, pero creo que Mary diferiría de este punto, así que me apego a mi consejo, no dejan pasar la oportunidad de hacerlo, de verdad vale la pena, de nuevo, gracias Caracas. Por cierto, así se ve desde uno de los miradores del camino...